Cuando fijamos nuestra vista en el logro de nuestros objetivos, perdemos de vista los objetivos de Dios para nosotros. Antes de que cualquiera de nosotros pueda vivir completamente de la manera que Dios quiere, debe morir al deseo de controlar su propia vida o de vivir de acuerdo con sus propios planes y voluntad.
Algo tiene que morir para que comience la vida. Al preparar a sus discípulos para su crucifixión y resurrección, Jesús les dijo: "De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto" Juan 12:24-25
Mientras tenga un grano en su mano, tendrá solamente ese grano. Puede ponerlo sobre el piso del granero, sobre el marco de una ventana, o puede guardarlo por siempre. Sin embargo, seguirá siendo un solo grano.
De su interior no saldrá nada. Con el tiempo se pudrirá y se convertirá en polvo. Pero cuando uno toma esa semilla y la introduce en el suelo y la cubre con tierra fértil, el calor del sol y la humedad de la tierra obrarán conjuntamente sobre la cáscara exterior de ella.
Antes de que pase mucho tiempo, la cáscara exterior se rompe y un pequeño brote verde comienza a abrirse paso a través de la tierra hasta que con el tiempo traspasa la superficie y sale a la luz del sol. Una raíz comienza a crecer hacia abajo, y ancla la semilla a la tierra. La semilla en sí desaparece mientras el tallo crece y con el tiempo produce una espiga de trigo.
Esa espiga de trigo produce docenas de granos, cada uno de los cuales posee la capacidad de crecer y convertirse a su vez en una planta.Jesús estaba enseñando que en tanto que el grano permaneciera solo (sin que nadie lo plantara y sin que se rompiera) no podría llevar fruto. Describía lo que le estaba por suceder.
En tanto que Jesús permanecía vivo, unas pocas personas podrían ser sanadas, unas pocas se beneficiarían con sus milagros, unas pocas se volverían a Dios a través de sus enseñanzas y de su predicación, pero en última instancia, el mundo seguiría sin recibir el perdón.
Para que su vida se pudiera extender y multiplicar, Jesús tenía que morir. Una vez que hubiera muerto y resucitado, su vida podría multiplicarse millones de veces, tal como ha sucedido a través de los siglos. Jesús siguió diciendo: "El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará" (Juan 12:25)
¡Debemos morir a nosotros mismos para obtener más de nosotros mismos y vivir eternamente! Debemos quebrar nuestro intenso amor hacia nosotros mismos si es que alguna vez vamos a permitir que el amor de Dios nos envuelva y nos llene. Dios desea diseñar nuestro futuro.
Nos enseñó claramente: "No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comere mos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mat. 6:31-33).
Dios sabe lo que usted necesita. Él sabe lo que es mejor para usted, y la cantidad exacta que necesita. Lo cierto es que podemos vivir con muy poco, pero de ninguna manera podemos vivir plenamente sin Dios.
Él es lo que necesitamos siempre. ¡Él es el único ser sin el cual realmente no podemos vivir! Las cosas que Satanás nos presenta como cosas que debemos tener, son cosas pasajeras y temporales. Si estamos dispuestos a dejar de afanarnos y en cambio decidimos volver a Dios, Él va a satisfacer todos nuestros deseos para el futuro.
Si estamos dispuestos a dejar de definir nuestro propio futuro, Él nos dará algo mejor que lo que nosotros jamás podríamos haber conseguido. ¿Es malo fijarse metas? No está mal; lo que está mal es fijarlas sin preguntarle a Dios cuáles son sus metas para nosotros. Nuestra oración debe ser la misma que hizo Jesús en el jardín de Getsemaní: "No sea como yo quiero, sino como tú" (Mateo 26:39).
¿Quién es el responsable de sus éxitos en la vida? Ud. Tiene la respuesta. Difícilmente vamos a rendirnos pronta y fácilmente al quebrantamiento si creemos que tenemos nuestro destino en nuestras manos.
La persona sabia enfrenta la realidad de que Dios merece y también exige el derecho y el control de todo lo que somos.
Él tiene la autoridad de expresar su vida a través de nosotros, a través de nuestros labios, nuestros ojos, manos, pies, cuerpos, pensamientos y emociones, de la manera que Él elija. Salmo.100-3 “Reconoced que Jehová es Dios, el nos hizo y no nosotros a nosotros mismos”
Pablo escribió: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Ef.2:8-10). Como usted no ganó su propia salvación, tampoco es responsable de alcanzar su propia gloria en la vida.
El Señor es el autor y consumador de nuestra vida (Heb.12:2). Mientras insistamos en escribir nuestra propia historia, Dios no podrá escribir su voluntad viva en nuestro corazón. Mientras insistamos en abrir nuestro propio camino, Él no podrá guiarnos por sus sendas de justicia.
Mientras insistamos en vivir nuestra vida de acuerdo con los deseos propios, Dios no podrá impartirnos sus deseos ni podrá guiarnos hacia su integridad, y sus bendiciones. Mientras sintamos que tenemos el control de nuestro destino, no podremos experimentar cabalmente el destino que Él tiene para nosotros.
Algo tiene que morir para que comience la vida. Al preparar a sus discípulos para su crucifixión y resurrección, Jesús les dijo: "De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto" Juan 12:24-25
Mientras tenga un grano en su mano, tendrá solamente ese grano. Puede ponerlo sobre el piso del granero, sobre el marco de una ventana, o puede guardarlo por siempre. Sin embargo, seguirá siendo un solo grano.
De su interior no saldrá nada. Con el tiempo se pudrirá y se convertirá en polvo. Pero cuando uno toma esa semilla y la introduce en el suelo y la cubre con tierra fértil, el calor del sol y la humedad de la tierra obrarán conjuntamente sobre la cáscara exterior de ella.
Antes de que pase mucho tiempo, la cáscara exterior se rompe y un pequeño brote verde comienza a abrirse paso a través de la tierra hasta que con el tiempo traspasa la superficie y sale a la luz del sol. Una raíz comienza a crecer hacia abajo, y ancla la semilla a la tierra. La semilla en sí desaparece mientras el tallo crece y con el tiempo produce una espiga de trigo.
Esa espiga de trigo produce docenas de granos, cada uno de los cuales posee la capacidad de crecer y convertirse a su vez en una planta.Jesús estaba enseñando que en tanto que el grano permaneciera solo (sin que nadie lo plantara y sin que se rompiera) no podría llevar fruto. Describía lo que le estaba por suceder.
En tanto que Jesús permanecía vivo, unas pocas personas podrían ser sanadas, unas pocas se beneficiarían con sus milagros, unas pocas se volverían a Dios a través de sus enseñanzas y de su predicación, pero en última instancia, el mundo seguiría sin recibir el perdón.
Para que su vida se pudiera extender y multiplicar, Jesús tenía que morir. Una vez que hubiera muerto y resucitado, su vida podría multiplicarse millones de veces, tal como ha sucedido a través de los siglos. Jesús siguió diciendo: "El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará" (Juan 12:25)
¡Debemos morir a nosotros mismos para obtener más de nosotros mismos y vivir eternamente! Debemos quebrar nuestro intenso amor hacia nosotros mismos si es que alguna vez vamos a permitir que el amor de Dios nos envuelva y nos llene. Dios desea diseñar nuestro futuro.
Nos enseñó claramente: "No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comere mos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mat. 6:31-33).
Dios sabe lo que usted necesita. Él sabe lo que es mejor para usted, y la cantidad exacta que necesita. Lo cierto es que podemos vivir con muy poco, pero de ninguna manera podemos vivir plenamente sin Dios.
Él es lo que necesitamos siempre. ¡Él es el único ser sin el cual realmente no podemos vivir! Las cosas que Satanás nos presenta como cosas que debemos tener, son cosas pasajeras y temporales. Si estamos dispuestos a dejar de afanarnos y en cambio decidimos volver a Dios, Él va a satisfacer todos nuestros deseos para el futuro.
Si estamos dispuestos a dejar de definir nuestro propio futuro, Él nos dará algo mejor que lo que nosotros jamás podríamos haber conseguido. ¿Es malo fijarse metas? No está mal; lo que está mal es fijarlas sin preguntarle a Dios cuáles son sus metas para nosotros. Nuestra oración debe ser la misma que hizo Jesús en el jardín de Getsemaní: "No sea como yo quiero, sino como tú" (Mateo 26:39).
¿Quién es el responsable de sus éxitos en la vida? Ud. Tiene la respuesta. Difícilmente vamos a rendirnos pronta y fácilmente al quebrantamiento si creemos que tenemos nuestro destino en nuestras manos.
La persona sabia enfrenta la realidad de que Dios merece y también exige el derecho y el control de todo lo que somos.
Él tiene la autoridad de expresar su vida a través de nosotros, a través de nuestros labios, nuestros ojos, manos, pies, cuerpos, pensamientos y emociones, de la manera que Él elija. Salmo.100-3 “Reconoced que Jehová es Dios, el nos hizo y no nosotros a nosotros mismos”
Pablo escribió: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Ef.2:8-10). Como usted no ganó su propia salvación, tampoco es responsable de alcanzar su propia gloria en la vida.
El Señor es el autor y consumador de nuestra vida (Heb.12:2). Mientras insistamos en escribir nuestra propia historia, Dios no podrá escribir su voluntad viva en nuestro corazón. Mientras insistamos en abrir nuestro propio camino, Él no podrá guiarnos por sus sendas de justicia.
Mientras insistamos en vivir nuestra vida de acuerdo con los deseos propios, Dios no podrá impartirnos sus deseos ni podrá guiarnos hacia su integridad, y sus bendiciones. Mientras sintamos que tenemos el control de nuestro destino, no podremos experimentar cabalmente el destino que Él tiene para nosotros.
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